Siempre me ha gustado bailar pegada a
él,
como si fuera un pez más,
como si formara parte de su espuma,
siempre he olido ese momento como un
sabor a miel hervida.
Viento como cuchillos,
sol como clavos,
nubes como sombrilla,
lluvia como pequeñas puntillas.
Me sabe a sal, pero siempre entro en
él,
sobre todo cuando la temperatura
empieza a llamarse horno,
nunca me ha importado mojarme más que
los pies.
Libertad, quizás también explosión,
latigazos en el corazón,
duele y a la vez gusta sentir ese
escozor en la cara,
también en las manos, en las heridas
más ocultas.
Sobre él me colgaba,
gracias al bote que me llevaba a flote,
sobre las olas escalaba.
Ese aire en movimiento que producía
velocidad,
esos labios que se transformaban en
pequeños códigos de barras,
ese cuerpo con aspecto de mojama y
yemas como flanes,
ese pelo recién salido del colador.
Esos años, esos días, esos momentos,
esas compañías, esas experiencias,
no lo cambio por nada.
El tiempo se llevó aquellos días,
pero no pudo separarme de él,
de su sabor a sal cada verano,
ni de su olor a paz.
Allí donde solo obedezco a las
sirenas, y si es necesario,
no lo tomo por costumbre.
Tampoco me importa sentirlo en el norte
o en el sur,
en el este o en el oeste,
al fin y al cabo siempre ha sido el
mismo.
Él nunca me ha fallado,
siempre me hace sentir igual de libre,
por eso siempre iré hacia él.
Este domingo quería algo diferente,
algo que no solo me saliera desde el cerebro, también de lo más
profundo del corazón. He estado recordando los años en los que
navegaba, competía y disfrutaba de la vela y el mar. Viajé mucho
gracias a aquella época, conocí mucha gente, establecí amistades
que hoy en día todavía he conseguido mantener vivas, pero sobre
todo aprendí a sentirme libre, a disfrutar de algo tan natural como
el viento y el mar. Aprendí a no dejar escapar las pequeñas
alegrías de la vida, disfrutar de lo más simple y a la vez lo más
valioso.
El agua, tan insignificante pero a la
vez tan importante en la vida de todos nosotros, sin ella no somos
nada, se lo debemos todo. En mi caso, se lo debo todo al mar. Siempre
me hace sentir pequeña y a la vez inmensa, solo él tiene ese poder.
Ese sentimiento que transmite mojarse cada dedo de los pies o sacudir
la cabeza mojada al sol, eso no tiene precio y nunca lo tendrá.
Podré perder personas en mi vida, cosas de valor, coches, ideas,
sentimientos, la memoria, pero sé que mientras siga viva nunca
perderé el mar. Puede que lo pierda de vista un tiempo, como estos
meses, pero siempre volveré a él.
Por eso, cuando vuelva, no me gustaría
encontrarlo así...
Donde hay más plástico que peces, y
el caso es que a en algún momento de nuestras vidas dejamos nuestros
residuos en las playas, como si por arte de magia fueran a
desaparecer. Lamento decir que no, que somos nosotros mismos los que
tenemos que tirar a la basura nuestra BASURA. El mar es un recurso
natural que pronto dejará de serlo si hay más elementos
artificiales que naturales dentro de él.
Reconozco que cuando no tenía
conciencia sobre este asunto alguna bolsa que otra he dejado en la
arena, ahora me arrepiento más que nunca. Quizás lo hice porque
nuestra educación tampoco suele brindar importancia a temas
medioambientales, a pesar de que cada vez están más introducidos en
las escuelas, en mi opinión deberían estarlo más aún.
Me encanta el mar, no quiero que siga
cambiando, quiero volver a él y disfrutarlo como siempre he hecho.
Además, al contaminar el mar no solo contaminamos el agua, los
animales que viven dentro de él lo sufren más que nunca, unos
mueren y otros se intoxican. Estamos cambiando su hogar, nuestro mar,
nuestra agua, nuestro clima, nuestro mundo, nuestras vidas. Es hora de cambiar de
mentalidad y en vez de tirar cambiar este verbo por RECOGER cualquier
basura que veamos. Gracias, de mi parte y del mar.
Correo
para cualquier sugerencia: lauranocete@gmail.com
Instagram:
@laura_npellicer
'' Es cierto, un plástico será solo
uno más, uno más durante cientos de años. ''
L.
ENGLISH
I've always loved dancing close to him,
like a fish more,
as if part of the foam,
I always smelled then boiled like a
honey flavor.
Wind as knives,
sun as nails,
clouds as umbrella,
rain as small toes.
I taste it as salt, but always I go
into it,
especially when the temperature begins
to call oven,
It has never mattered more to me wet my
feet.
Freedom, perhaps explosion,
lashes in the heart,
yet hurt like feel that sting your
face,
also in the hands, in the most hidden
wounds.
Above him hung me,
thanks to the boat that carried me
afloat,
I climbed the waves.
This air moving producing speed,
those lips turned into small barcodes
that body that looks as roe and egg
custards,
fresh hair from the strainer.
Those years, those days, those moments,
those companies, those experiences,
I wouldn't change it for anything.
The time took those days,
but it couldn't part with him,
the taste of salt every summer,
or the smell of peace.
There where I obey only the sirens, and
if it's necessary,
I don't take it as habit.
I feel it matter either in the north or
in the south,
in the east or the west,
at the end it has always been the same.
It has never failed me,
Always it makes me feel free,
so I always go to him.
This Sunday I wanted something
different, something that not only me out from the brain, also from
the depths of my heart. I've been recalling the years when I sailed,
raced and enjoyed sailing and the sea. I traveled a lot through that
time, I met many people, I established friendships that today I still
managed to keep alive, but mostly I learned to be free, to enjoy
something as natural as the wind and the sea. I learned not miss the
small joys of life, to enjoy the most simple yet most valuable.
Water, so insignificant yet and so
important in all our lives too, without it we're nothing, we owe
everything. In my case, I owe everything to the sea. Always it makes
me feel small and yet immense, only it has that power. That feeling
that transmits each finger wet feet or shake his head wet in the sun
that is priceless and never will have it. I can lose people in my
life, valuables, cars, ideas, feelings, memory, but I know that while
still alive I never lose the sea. I can lose sight it of some time,
as these months, but always I will return to it.
So when I come back, I wouldn't find it
so ...
Where there is more plastic than fish,
and the fact is that at sometimes in our lives we leave our waste on
beaches, as if by magic, it were to disappear. I regret to say that
no, we are the ones we have to throw away our RUBISH. The sea is a
natural resource that will soon cease to be if there is more
artifical than natural elements within it.
I admit that when I wasn't aware about
this issue I left any other bag that in the sand, I regret it now
more than ever. Maybe I did it because our education doesn't usually
give importance to environmental issues, although they are
increasingly being introduced in schools, in my opinion it should be
even more.
I love the sea, I don't want that it
continue changing, I want to return to it and enjoy it as I always
have. In addition, by polluting the sea not only pollute the water,
the animals that live within it suffer more than ever, some die and
others are poisoned. We are changing their home, our sea, our water, our climate, our world, our lives. It's time to change our mind and change instead
of pulling this verb to COLLECT any trash we see. Thank you, from me
and from the sea.
Mail to any suggestion:
lauranocete@gmail.com
Instagram:laura_npellicer
'' It's true, plastic is just one more,
one more for hundreds of years. ''
L.
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