domingo, 13 de diciembre de 2015

No es un príncipe pero sí azul


Siempre me ha gustado bailar pegada a él,
como si fuera un pez más,
como si formara parte de su espuma,
siempre he olido ese momento como un sabor a miel hervida.

Viento como cuchillos,
sol como clavos,
nubes como sombrilla,
lluvia como pequeñas puntillas.

Me sabe a sal, pero siempre entro en él,
sobre todo cuando la temperatura empieza a llamarse horno,
nunca me ha importado mojarme más que los pies.

Libertad, quizás también explosión,
latigazos en el corazón,
duele y a la vez gusta sentir ese escozor en la cara,
también en las manos, en las heridas más ocultas.

Sobre él me colgaba,
gracias al bote que me llevaba a flote,
sobre las olas escalaba.

Ese aire en movimiento que producía velocidad,
esos labios que se transformaban en pequeños códigos de barras,
ese cuerpo con aspecto de mojama y yemas como flanes,
ese pelo recién salido del colador.

Esos años, esos días, esos momentos, esas compañías, esas experiencias,
no lo cambio por nada.

El tiempo se llevó aquellos días,
pero no pudo separarme de él,
de su sabor a sal cada verano,
ni de su olor a paz.

Allí donde solo obedezco a las sirenas, y si es necesario,
no lo tomo por costumbre.

Tampoco me importa sentirlo en el norte o en el sur,
en el este o en el oeste,
al fin y al cabo siempre ha sido el mismo.

Él nunca me ha fallado,
siempre me hace sentir igual de libre,
por eso siempre iré hacia él.


Este domingo quería algo diferente, algo que no solo me saliera desde el cerebro, también de lo más profundo del corazón. He estado recordando los años en los que navegaba, competía y disfrutaba de la vela y el mar. Viajé mucho gracias a aquella época, conocí mucha gente, establecí amistades que hoy en día todavía he conseguido mantener vivas, pero sobre todo aprendí a sentirme libre, a disfrutar de algo tan natural como el viento y el mar. Aprendí a no dejar escapar las pequeñas alegrías de la vida, disfrutar de lo más simple y a la vez lo más valioso.



El agua, tan insignificante pero a la vez tan importante en la vida de todos nosotros, sin ella no somos nada, se lo debemos todo. En mi caso, se lo debo todo al mar. Siempre me hace sentir pequeña y a la vez inmensa, solo él tiene ese poder. Ese sentimiento que transmite mojarse cada dedo de los pies o sacudir la cabeza mojada al sol, eso no tiene precio y nunca lo tendrá. Podré perder personas en mi vida, cosas de valor, coches, ideas, sentimientos, la memoria, pero sé que mientras siga viva nunca perderé el mar. Puede que lo pierda de vista un tiempo, como estos meses, pero siempre volveré a él.

Por eso, cuando vuelva, no me gustaría encontrarlo así...



Donde hay más plástico que peces, y el caso es que a en algún momento de nuestras vidas dejamos nuestros residuos en las playas, como si por arte de magia fueran a desaparecer. Lamento decir que no, que somos nosotros mismos los que tenemos que tirar a la basura nuestra BASURA. El mar es un recurso natural que pronto dejará de serlo si hay más elementos artificiales que naturales dentro de él.

Reconozco que cuando no tenía conciencia sobre este asunto alguna bolsa que otra he dejado en la arena, ahora me arrepiento más que nunca. Quizás lo hice porque nuestra educación tampoco suele brindar importancia a temas medioambientales, a pesar de que cada vez están más introducidos en las escuelas, en mi opinión deberían estarlo más aún.

Me encanta el mar, no quiero que siga cambiando, quiero volver a él y disfrutarlo como siempre he hecho. Además, al contaminar el mar no solo contaminamos el agua, los animales que viven dentro de él lo sufren más que nunca, unos mueren y otros se intoxican. Estamos cambiando su hogar, nuestro mar, nuestra agua, nuestro clima, nuestro mundo, nuestras vidas. Es hora de cambiar de mentalidad y en vez de tirar cambiar este verbo por RECOGER cualquier basura que veamos. Gracias, de mi parte y del mar.




Correo para cualquier sugerencia: lauranocete@gmail.com
Instagram: @laura_npellicer

'' Es cierto, un plástico será solo uno más, uno más durante cientos de años. ''

L.





ENGLISH

I've always loved dancing close to him,
like a fish more,
as if part of the foam,
I always smelled then boiled like a honey flavor.

Wind as knives,
sun as nails,
clouds as umbrella,
rain as small toes.

I taste it as salt, but always I go into it,
especially when the temperature begins to call oven,
It has never mattered more to me wet my feet.

Freedom, perhaps explosion,
lashes in the heart,
yet hurt like feel that sting your face,
also in the hands, in the most hidden wounds.

Above him hung me,
thanks to the boat that carried me afloat,
I climbed the waves.

This air moving producing speed,
those lips turned into small barcodes
that body that looks as roe and egg custards,
fresh hair from the strainer.

Those years, those days, those moments, those companies, those experiences,
I wouldn't change it for anything.

The time took those days,
but it couldn't part with him,
the taste of salt every summer,
or the smell of peace.

There where I obey only the sirens, and if it's necessary,
I don't take it as habit.

I feel it matter either in the north or in the south,
in the east or the west,
at the end it has always been the same.

It has never failed me,
Always it makes me feel free,
so I always go to him.


This Sunday I wanted something different, something that not only me out from the brain, also from the depths of my heart. I've been recalling the years when I sailed, raced and enjoyed sailing and the sea. I traveled a lot through that time, I met many people, I established friendships that today I still managed to keep alive, but mostly I learned to be free, to enjoy something as natural as the wind and the sea. I learned not miss the small joys of life, to enjoy the most simple yet most valuable.



Water, so insignificant yet and so important in all our lives too, without it we're nothing, we owe everything. In my case, I owe everything to the sea. Always it makes me feel small and yet immense, only it has that power. That feeling that transmits each finger wet feet or shake his head wet in the sun that is priceless and never will have it. I can lose people in my life, valuables, cars, ideas, feelings, memory, but I know that while still alive I never lose the sea. I can lose sight it of some time, as these months, but always I will return to it.

So when I come back, I wouldn't find it so ...



Where there is more plastic than fish, and the fact is that at sometimes in our lives we leave our waste on beaches, as if by magic, it were to disappear. I regret to say that no, we are the ones we have to throw away our RUBISH. The sea is a natural resource that will soon cease to be if there is more artifical than natural elements within it.

I admit that when I wasn't aware about this issue I left any other bag that in the sand, I regret it now more than ever. Maybe I did it because our education doesn't usually give importance to environmental issues, although they are increasingly being introduced in schools, in my opinion it should be even more.

I love the sea, I don't want that it continue changing, I want to return to it and enjoy it as I always have. In addition, by polluting the sea not only pollute the water, the animals that live within it suffer more than ever, some die and others are poisoned. We are changing their home, our sea, our water, our climate, our world, our lives. It's time to change our mind and change instead of pulling this verb to COLLECT any trash we see. Thank you, from me and from the sea.




Mail to any suggestion: lauranocete@gmail.com
Instagram:laura_npellicer

'' It's true, plastic is just one more, one more for hundreds of years. ''

L.






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